lunes, 27 de febrero de 2012

SEMANA SANTA, NO TAN SANTA

Óscar me visitó toda la semana. Era definitivo. Me estaba enamorando de él, totalmente. Me ocurrió algo curioso.Conforme pasaban los días, empecé a compararlo con Ricardo. Noté que  existía una gran diferencia entre ellos dos. Ricardo siempre había sido muy tranquilo y un poco frío en nuestra relación. Muchas veces llegue a pensar, que en realidad nunca le había importado. Por ótro lado Óscar -desde que lo conocí- Mostro gran interés por mí. Él era muy alegre, jovial, sincero,  atento. Sí sabia escuchar a las personas, además de que su sonrisa era encantadora.
En la calle donde vivo, acostumbramos en vacaciones salir a jugar. Pintamos la cancha de básquetbol y de voleibol. Yo sin pensarlo elegí a Óscar para que estuviera en mi equipo. Salíamos desde las diez de la mañana y  no nos metíamos si no hasta las diez de la noche. Todo el día no la pasábamos jugando y platicando. Se nos iba el tiempo rapidísimo. Me extrañaba, que él no fuera a su casa y que su esposa no saliera  a buscarlo.
Sábado, ¡de gloria! Ese día nos la pasamos superbien. Salimos a jugar, solo que esta vez, la condición era que el equipo que perdiera, lo mojaríamos y llenaríamos de harina. Yo había ido a comprar un balón de voleibol, pero entre las ofertas que había en el súper, noté que todos los vinos y licores estaban al 50 por ciento, así que decidí comprar una botella.
Esta vez me tocó jugar contra Óscar, y obviamente hice lo posible por ganar y mojarlo, solo que no tuve suerte, y perdí. Ya teníamos unas copas encima y comenzamos a entrar en calor. Él me correteó por casi toda la calle, hasta que logró alcanzarme. Me mojo y lo moje. Entre risas y caricias, comenzamos a besarnos, y sin darnos cuenta ya nos habíamos alejado de todos. Seguimos caminando hasta llegar a la cima de un cerro que esta cerca de casa. Mojados, seguimos disfrutando de esta sensación. Nos sentamos bajo la sombra de un árbol. Él me cubrió con sus brazos y disfrutamos juntos del bello atardecer.
No pude negarme a sus besos. Que me sabían a miel pura. Ese día, decidí acceder a la proposición que él me había hecho. Sin pensar me dejé llevar por el corazón. Sé que estaba dejando a un lado la razón, cosa que a la larga resultaria un gran problema. Pero estaba decida a enfrentar.

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